L’Agrupació de Policies Locals de Catalunya, com a part integrant de CCOO, un sindicat de classe amb una clara identificació socio-política, volem defensar els drets col·lectius, fomentar la participació de les nostres afiliades i afiliats i ens comprometem a ser transparents, ètics i a traslladar tota la informació a totes i a tots els nostres integrants.
També lluitarem per la igualtat entre dones i homes, la millora de la qualitat de vida i una major justícia social.
Lluitarem per aconseguir més afiliació, ja que aquesta és la nostra força i ens ha fet ser el que som avui en dia, el sindicat majoritari a Catalunya.
En especial lluitarem pels Policies Locals i Vigilants de Catalunya, entenent la particularitat de la nostra feina i el nostre territori, no entrant en qüestions polítiques, ja que aquesta no és la nostra feina.
Així mateix defensarem als guàrdies, vigilants, agents, agutzils o similars com a membres del nostre col·lectiu per aconseguir que tinguin els mateixos drets i deures.
El viaje había comenzado, y había comenzado felizmente con un suave cielo azul y un mar en calma.
La siguieron hasta la cubierta. Todo el humo y las casas habían desaparecido y el barco se encontraba en un amplio espacio de mar muy fresco y limpio, aunque pálido a la luz del amanecer. Habían dejado a Londres sentado sobre su barro. Una delgadísima línea de sombra se estrechaba en el horizonte, apenas lo suficientemente gruesa para soportar el peso de París que, sin embargo, descansaba sobre ella. Estaban libres de caminos, libres de la humanidad y el mismo regocijo por su libertad los recorría a todos.
El barco avanzaba con paso firme a través de pequeñas olas que lo abofeteaban y, luego, se desvanecían como agua efervescente, dejando un pequeño borde de burbujas y espuma a ambos lados. El cielo incoloro de octubre estaba ligeramente nublado, como si se tratara de un rastro de humo de una hoguera, y el aire era maravillosamente salado y enérgico. De hecho, hacía demasiado frío para quedarse quieto. La Sra. Ambrose se abrazó a su marido y, mientras se alejaban, se podía ver, por la forma en que su mejilla inclinada se acercaba a la de él, que tenía algo privado que comunicarle.